
Era
metafísico. Como un plástico transparente alrededor de cada individuo. Un
brillo encarnado. Casi como un atardecer otoñal, casi como unas
luces discotequeras un sábado madrugada. Se movían velozmente, parecía que veías
neones rojos en una sala blanca, fría y
nevada. Los ojos eran increíblemente definidos, su iris era blanco. Absorbían la luz y desgarraban las paredes, como papel. Soñaban con escapar de esta habitación con rocas, plantas y suelo
falsos. Volaban y flotaban. Te miraban, aterrados por tu tamaño, esperaban cualquier movimiento violento para escapar despavoridos.
Eran casi humanos. Pero no hablaban. Solo miraban por todas partes, se miraban entre ellos.
Parecía que jugaban. Pero tales seres son incapaces de saber qué es jugar. Se perseguían ciegamente en su
claustrofóbica caja.
Peces Rojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario