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25 de noviembre de 2010

Mierda, la voy a echar de menos (Parte II)



Era su teléfono. Se me habría parado el corazón si hubiera imaginado su cara, pero ya casi ni me acordaba. Me sentía ajeno a ella. De otro mundo, o incluso de otro universo. Ella es tan diferente a mí; aún no ha pisado la Universidad y sus padres la siguen castigando. Las típicas circunstancias de las típicas adolescentes rebeldes. Pero ella no es típica, si no no me habría fijado en ella.
No habría querido dirigirle la palabra a una niñata paranoíca que quiere parecer mayor.
Cogí el móvil y miré el reloj. Las 9 y media. Se había ido temprano. Supongo que en el momento en el que me dormí ella se marchó. Joder, llevo toda la mañana pensando en ella. La llamaré mañana, o más tarde. ¿Más tarde? ¿Cuando? ¿A las 5, 6 de la tarde? Será mejor que la llame ahora. Sí, y así la pregunto qué tal ha llegado.
Marqué el número del papel.
–¿Sí?
(...)
–¿Qué tal has llegado?
–Pues... me han echado un poco la bronca por que llegué a las 9 casi, pero a parte bien, muy bien.
Aunque no me viera, estaba sonriendo.
–Ah, me alegro.
–¿Y tú? ¿Qué tal has... dormido?
–Bien, me acabo de despertar.
–Qué lindo... escucha, no te he ayudado a recojer, pero te lo recompensaré.
Aquellas palabras salieron de su boca como una brisa caliente que sonrrojó mis mejillas y erizó mi piel. Significaba que la volvería a ver. Y no me importaba cuando, por que volvía a pertenecer a su planeta. Volví a sentirme dentro de su mente.
–¿Y cómo lo harás?
Oí como soltaba una carcajada casi vengativa. A continuación, me dijo:
–Haz una cosa: mira por tu ventana.- Y colgó.
Mi corazón dio un giro de 360 grados. Me sentí increíblemente importante en su vida. Con un gesto desinteresado miré por la ventana. Mi corazón estaba en pleno looping, y después en caída libre. Ahí estaba ella, con un cigarro y una sonrisa enternecedora. Mi corazón parecía haber salido disparado por la ventana. Hacia sus manos. Nos miramos a los ojos una eternidad, y después de diez segundos le pregunto:
–¿Cómo es que estás aquí?
Burlona, contestó:
–Ah, vengo, y ni me saludas. Ni te alegras. Vale, vale...
–Pues claro que me alegro.– le dije, intentando no parecer tan emocionado. Ella sonriendo, me sacó la lengua.
–Me invitarás a pasar, por lo menos, ¿no?
–Tengo una mejor idea, dame un segundo.
Me vestí en dos minutos. Joder, estoy demasiado nervioso. ¿La invito a comer? ¿A un helado? No, no. Mejor que lo elija ella. Me asomé a la ventana:
–¿Te apetece que vayamos por ahí a comer? Invito yo, claro está.
–Vale, pero ¡date prisa!
Bajé disparado a la puerta. Nada más salir, ella me cogió de la mano, me acercó, y me besó. Cada segundo tengo más ganas de ella. Estoy tan agusto amarrado a su cuerpo. Su boca sabe a nicotina, pero no me importa lo más mínimo. Ojalá ella fuera mi adicción.
Hace una mañana espléndida, y el largo bulevar teñía la calle de verde y marfil. Los árboles a los lados bailan con la brisa y las palomas se nos acercan un poco de vez en cuando. Sus ojos brillan y parece que sus pestañas quieren atrapar el sol. A pesar de no haber dormido, me siento genial, como si pudiese estar 100 horas más despierto.
Ella, distraída por el precioso paisaje, se aleja un minuto y vuelve con una flor (y una gran sonrisa).
–¿Te gusta? Es un hibisco.
Nada más ver la flor se reflejaron sus labios en ella. Son del mismo color. Ese rosa pálido pero tierno, jugoso, suave, casi translúcido... qué ganas tengo de morderlo. Pero no voy a parecer un estúpido, así que me voy a contener, cueste lo que cueste. Ah, se me ha olvidado responderla.
–Es una flor preciosa.– No, no lo digas, por dios.– Co...como tú.–¡Mierda! ¡No entiendo como puedo estar tan tonto!
Como no, ella se echa a reír.
–No es posible, las flores son perfectas. A mí aún me queda un largo camino por recorrer. Pero te prometo que seré perfecta.
Llevó el hibisco al pecho, frente al corazón, y cerró los ojos.

11 de octubre de 2010

Mierda, la voy a echar de menos

Nuestro primer beso apenas una hora antes se había quedado lejano e intrascendente. Ahora sólo importaba el momento. Su cuerpo pegado al mío, sus mordiscos que casi me dolían, su lengua atravesando todo mi cuerpo con una precisión y una delicadeza digna de una mujer de semejante calibre... ese era el momento. Cada vez que la luz de las farolas de fuera iluminaba sus ojos me daban ganas de hacer puenting en sus pestañas para caer en sus labios. Ella tampoco se quedaba atrás, puesto que aunque no le hubiese preguntado nada, tenía la piel de gallina y sus mejillas ardían. Respiraba hondo. Y fue algo que me llamó la atención. Sus respiraciones sonaban mucho más fuerte que la música. Estaba encerrada en su burbuja, mirando hacia la pared, y algún que otro momento me miraba a mí. Pero ¿qué esperar de de una persona que cree que dar amor es acostarte sin necesidad de querer a alguien? ¿Qué habrían significado esos besos, esa lengua y esas caricias? ¿Qué habré significado yo? Uno más. Seguro.
¿Volveremos a hablar? No lo sé, de lo poco que sé de ella es que no va detrás de nadie. Tendré que buscarla yo.

Segundos después, me despierto. Son las seis. Está ella, pero no en mi cama. Intento ver a través de la luz de la mañana qué intenta hacer... se está vistiendo. Parece que se va. ¿Se va? La echaría de menos, pero sería una pérdida de tiempo. Para qué quiero yo echar de menos a una persona a la que le importo relativamente poco. Serían minutos gastados. Prefiero pasar esos minutos con ella. Mierda, la voy a echar de menos.
- ¿Te vas?
- Sí, supongo que es el sueño de todos los hombres, acostarse con una mujer y al despertarte, ¡PUF! Ya no hace falta ni despedirte.- se fue al baño y se miró su rostro en el espejo.- y encima sin ducharme ni nada, que con esta cara parezco una yonki.
- Vaya.
- Tú siempre dices vaya. Y no sé cuando es para bien o para mal. Aunque ahora prefiero no saberlo. Me voy.
- Uf... pero, ¿tan pronto?
- No quiero que mis padres se den cuenta de que he estado contigo. Y si llego a las 12 eso de 'irme de discoteca' no tendría sentido.
- Oh, vale.
- Así que me despido.
Se acercó lentamente y me besó en la frente. En la frente. ¿Qué significa eso? En los labios habría tenido más sentido. Pero sé que ella es muy extraña. Pero es por eso que me encanta.
- Escucha...
Se dió la vuelta y soltó una sonrisilla que me cautivó.
- Dime.
- Eres genial.
Se echó a reír.
- Ahora es cuando digo "Vaya". Pero vaya para bien. Tú tambien eres genial.
- Bueno, pero tú lo eres de verdad.
Miró al suelo y  cuando me volvió a mirar sacó el pulgar. Está claro que sigue siendo una niña. Tal vez sea eso lo que me guste de ella. Su cándida sonrisa, su torpe experiencia, sus ganas locas y su energía.
Y me seguía mirando. Parecía no querer irse. Me estaba pidiendo algo con esa mirada de perrito degollado. Reaccioné a tiempo:
- Quédate un ratito más, mujer.
Se echó a reír. No era lo que quería escuchar. Pero cedió.
- Hazme un huequecito anda. ¿O voy a tener que dormir en el suelo como los perros?
- No seas tonta, anda.
- Jejeje...
Nos miramos y me apoyé en su pecho.
- Hueles genial.
Como no, se echó a reír y me miró.
- Oh, ¡muchas gracias!
Su olor. Era un olor a adolescente coqueta que busca una independencia radical con un corazoncito escondido, rechazando cualquier sentimiento semejante al amor. Curioso en alguien de su edad. Cualquier otra chica de diecisiete años iría casi regalando su corazón a cualquiera. Y ella no. Ella me ha costado.
Y de repente, la luz del sol me ciega. Busco al otro lado del colchón su pelo, su cuerpo... pero no está. Encontré un trozo de papel con un número de teléfono. Ya era hora de dar con ella.

29 de septiembre de 2010

Lisa

Ella bebía los litros de leche a morro en casa de su tía todos los miércoles y no le importaba que se le mojase el pelo. Todas las tardes se sentaba en el mismo banco del parque de la plaza central del pueblo, y mientras se dejaba llevar por aquellas preocupaciones que yo desconocía movía su pie instinctivamente simulando la batería de cierta canción que la gente intentaba descifrar mientras pasaba por delante de ella.
No había día en el que Lisa fuera sin la sombra de ojos esparcida por sus sienes y por las ojeras. Quizá era de tanto llorar. O quizá le gustaba así.
¿A quién no le gustaba esa mirada con desgana y fugitiva de Lisa cubierta de negro mate? ¿A quién no le excitaba imaginársela quitándose esas medias de rejilla que estaban tan rotas? Simplemente, todos queríamos saber qué había en su interior.
Pero su tez pálida y su ropa negra no dejaban ver de qué materia estaba hecha. Era delgada y alta, podía ser una modelo. Y yo habría querido ser su fotógrafo. Por que sólo yo sabía como retratarla. Yo sólo sabía como hacerla viva y como transmitir esa sensación que provocaba cualquier parpadeo suyo.
En el colegio no prestaba antención alguna a las clases, pero sus exámenes no podían puntuarse más bajo que brillantísimo. Se sentaba al fondo de la clase, en el último pupitre, y sacaba hojas de papel reciclado. Y con su rotulador negro, dibujaba.
Nunca llegó a enseñar sus dibujos, no quería que el mundo tuviera ese privilegio. Odiaba la realidad. Odiaba a los humanos. Los odiaba tanto, que ella ya no se consideraba uno de ellos. Y efectivamente, dejó de serlo.
¿Conocía alguien su voz? Lo dudo. Nunca decía ni una palabra, y nunca la preguntaban nada, pues ya se esperaban esa boca muda que se limitaba a morderse los labios de vez en cuando. Sabíamos que no esperaba nada de la vida, con lo cual absolutamente nada le decepcionaba. ¿Y su sonrisa? Se escondía y de vez en cuando salía un poco de ella, cuando pensaba en la siesta que le esperaba por la tarde.
Y es difícil enamorarse de alguien a quien sólo ves en la lejanía, como un ser lívido y divino que pasea su mirada por los zapatos de la gente y los juzga por los cordones.

31 de julio de 2010

dialogos entre tú y yo.

Últimamente no sé si miento. No sé si es verdad que no siento nada más, o que se olvidó todo para siempre. Pero ella no quiere olvidarse.
Ella está encerrada en su pasado, lo ha envuelto en una sábana para que no se estropee y lo mece para que ronronee como un gato. Ella vive en el ático, donde abundan telarañas y recuerdos. Baúles, muchos baúles. Ella sigue llorando y procupándose por él, ella quiere escuchar sus canciones y leer lo que le escribía con supuesto cariño. Ella quería volver a volar con él.
Ella quiere que él se enamore de mí.
Ella es crédula, vive en un mundo idílico y viaja en sueños. Ella quiere vivir feliz con él. Y que él esté conmigo. Pero ¿quiero estar con él? No lo sé, pero ella sabe que en cuanto me diga algo bonito, volveré a confíar en él y a darselo todo, como hicimos ambas el año pasado.
Han pasado meses, muchísimos meses. No le veo casi, pero ella recuerda todos sus rasgos. Ella no sabe qué decir cuando le pregunta algo, ella se queda atónita cuando le mira. Pero yo... no lo sé.
Ella desea llevarle al mar. Quiere caminar con él sobre las rocas, y besarle bajo la banda sonora de la brisa marina y de las olas. Ella quiere abrazarle, sonreír con él, compartir un helado, hablarle por teléfono... formar parte de su vida.
A ella no le importa si él la considera su vida, ella solo quiere ser una parte de ella. Ella sólo quiere importarle un poquito. O quizá a ella le da igual si la utiliza o la manipula. Ella, con tal de contar sus respiraciones apoyándo la oreja en su pecho, le da igual todo. Es muy celosa, pero si es el precio a pagar por verle, lo hará. Por mucho que le duela, ella quiere verle como antes. Ella quiere respirar su mismo aire y mirarle mientras él hace lo mismo. Ella quiere que yo vuelva a amar.

6 de julio de 2010

londres 2010

Y a partir de las 4 pm, la ciudad va a ser nuestra. Ya no importarán los claxons de los bólidos británicos en medio de un atasco, y ningún coffee espontáneo en una cafetería que se nos antoje nunca estará de más. No nos parará ni la fría lluvia del norte, ni el precio mayor de los autobuses, ni los retrasos del London Tube. Nuestro país natal se olvidará, y nos patearemos Oxford Street de arriba a abajo, y nos ligaremos a algún camello que viva cerca de nuestra residencia. Por mucho que los semáforos en rojo nos quieran parar, nuestro nirvana brillará con luz verde hasta el 30 de agosto.
Y obviamente, después, al volver a ser humanas otra vez, lo echaremos de menos. ¿Quién no lo haría?

16 de mayo de 2010

reflexiones en falta de inspiración (primera parte).

Alguna vez pensé que volvería. Siempre he tenido esa extraña sensación, de que aún no ha germinado en mi interior. Pensaba que era un sentimiento en el que se manifestaban cosquilleos pasajeros que punzaban el corazón lentamente para darte tiempo a soñar un rato, pero parece... que se ha ido. Seguramente no se ha marchado del todo, claro está, por que si no sería un jodido robocop, pero siento... lo suficiente.
No es que no crea, al contrario, sé que una de las necesidades secundarias del hombre es amar, pero no siempre se ama. La pregunta es: ¿es capaz el humano de conseguir la felicidad sin necesidad de amar? o bien una mejor: ¿puede el humano sobrevivir con todas y cada una de sus pasiones excepto amar?
Lo veo difícil. Difícil por que necesitamos saber que tenemos a alguien ahí siempre, que nunca te dará en la espalda, y que te quiere igual o más que tus propios padres. Una persona con la que no compartes ni un gen, con la que te has encontrado y no tiene que ver nada contigo, pero de repente, encajáis.
En la mayor parte de los casos suele ser espontáneo. Como que en la primera mirada algo te llame la atención, y desde ese algo crezca una conexión entre los dos. Que poco a poco vayas descubriendo ese algo que te gusta, y se multiplique por mil. Que cada cosa que hagas con él te haga el ser más jodidamente feliz de la Tierra, y que cada susurro te sople sobre tu piel y te provoque escalofríos que nunca has sentido. Confiar en esa persona. Entregarte. Fliparlo con esa persona.
Evidentemente, ahora no hablo del sexo. El amor y el sexo van en paquetes distintos. Bien sabemos que se puede amar sin sexo y follar sin estar enamorado.
La gente dice muchas cosas sobre el amor en sí. Estar enamorado, por ejemplo, es ver a tu pareja con albornoz, sin arreglar, sin maquillar o afeitar, y sentada en el váter igual de perfecta que la vistes el primer día que la conociste. Otros dicen que el amor es un compromiso para estar una eternidad juntos.
Yo creo que tú sabes cuando estás enamorado, y no hace falta dar explicaciones, por que es una sensación inconfundible.



Yo estuve enamorada... un par de veces. Y mucho, de esas veces que lloras todos los días por esa persona, o que escuchas sus canciones, te las aprendes, y luego se las cantas para demostrarle que eres 'su media naranja'. Y realmente, fui la persona más feliz del mundo, cuando estaba en su misma cama, o cuando notaba su corazón latir y posaba mi oreja sobre su pecho. Sin duda, eso es el amor.
He de decir que lo echo de menos, por que realmente es ser feliz. Es, como dicen, la razón para despertarte cada mañana. Por que esa puta persona tiene tu vida. O mejor dicho: es tu vida.
Estar enamorado no es un elemento permanente. Como he dicho al principio, el amor es un conjunto de sensaciones pasajeras que se manifiestan independientemente del tiempo o lugar. Con lo cual no tiene que ver con amar a alguien toda la vida. Yo no digo que sea imposible, simplemente es poco probable. Y rara vez es la primera la que 'aciertas' en querer a alguien durante mucho, mucho tiempo. El amor no se calcula en tiempo. Se calcula en intensidad. Puedes haber amado 11 años, y puedes haber amado más en 2 meses. Todo depende en cuanto al amor.

Aunque piense estas cosas, siempre creeré mucho más en la amistad.

8 de febrero de 2010

¿me quieres?

Pasó su mano por la curva de mi cintura, y a continuación, me agarró. Abrí un ojo para espiar sus movimientos y averiguar lo que rondaba por su cabeza, pero sus latidos me desconcentraban. Tras varios murmullos de ruedas chocando contra el asfalto de la calle, le pregunté.


- Tú… ¿me quieres?

Un movimiento brusco apartó sus manos de mi cuerpo, y después de un par de segundos, acercó su boca a mi oído.

- Es tarde- susurró –vamos a dormir.

Dejé aquella pregunta en la mesilla de noche, y le cogí la mano. Tenía ganas de besarla, de morderla, de que hiciera lo que quisiese conmigo, que me agarrara, me sintiera… y que no desapareciese nunca. Notaba su sudor. El cruel calor del verano que apenas nos dejó dormir se apoderaba de las sábanas y del colchón.

Quería apretarle y no soltarle, para que no se escapara por la mañana. Quería decirle lo mucho que le quería, y que sin él mi vida sería un tormento. Quería decirle que le necesitaba cada minuto de mi vida, decirle lo mucho que le echo de menos en cada parpadeo, y lo feliz que estaba a su lado, amarrada a él, cual barco al puerto; sin olas, y a su lado.

Ya quería volver a saborear su lengua… en mis labios. Y quería sentir ese calorcito, y esa sensación tan agradable que cayó sobre mí hace unas horas. Volver a cerrar los ojos del vértigo, volver a pegarme al colchón, volver a desnudar mi alma ante él. Volver a ese minuto de éxtasis y sacar esa sonrisilla pícara que sólo sale cuando quiere. Quiero sentir otra vez esa emoción y esas gotas de sudor que recorren su piel agitada, y oírle gemir. Que me recorra de cuello a piernas con la lengua y saboree hasta el rincón más recóndito de mi cuerpo. Quiero oírle respirar rápido, buscándome por todas partes y acelerando los latidos. Ver su silueta por la luz de la ventana, y ver sus ojos brillar.

Demasiados pensamientos en mi cabeza. No podía aguantar más.

-Te quiero.

Y lo dije. Sabía que iba a ser la mayor estupidez de mi vida. Así que cerré los ojos, y tras escaparse una lágrima, ya no sentía su calor. Cerré fuertes los ojos y rompí a llorar cuando se oyó la puerta de la entrada cerrarse fríamente.

30 de enero de 2010

pásate eso.


Quizá era un pregunta retórica indirecta, o quizá no tenemos tiempo de aclararnos y de hablarlo tranquilamente. La filosofía interior se ha podido equivocar, nadie dijo que fuéramos perfectos, ¿no? El psicoanálisis de uno mismo se suele olvidar de pequeños detalles a los que, con una dosis considerable de THC, se multiplican por mil.
Y esa puta droga nos ha hecho delirar. A lo mejor ha confesado cosas de las que la mayor parte son ficticias, y nuestras conversaciones en un banco mirando al vacío no han significado nada.

Todo ha sido una ilusión creada por el vínculo de esa jodida marihuana.


[...]

"Yo juego con las tías, como ellas lo hacen conmigo."
No sé si es por que es tardísimo o algo, pero yo no me identifico con la segunda proposición de su discurso. ¿Acaso juego con él? No. Puede ser que juegue en su mismo terreno, pero la pista de paddel se me queda pequeña. Necesito una de tenis, o incluso de rugby para jugar con él. Aunque, sinceramente, prefiero que deje de ser un juego. Serios, y sin tonterías. Sin hacernos los interesantes. Sin que te hagas el duro, sin que me haga la inocente para que me lo diga. Saber que estamos para lo que sea, y no para cosas pasajeras. O sí, o eso es lo que necesito. Sexo sin sentimiento, sin más.

Me pregunto cuando me acostaré con un tío por amor.

16 de enero de 2010

miércoles.



-Algunos pasos más, y alcanzaban la perfección. Ellos -obviamente, siempre estaban juntos- eran la utopía de todo. De la felicidad, del amor, de la esperanza, de todo. Incluso del sexo. Se dice que una pareja de guapos no folla, o folla poco. Pero ellos se lo pasaban mejor que nadie. Bueno, ¡qué os voy a contar yo! Yo no sé mucho de su vida sexual, por no decir nada, pero cuando ella habla de él.... no da envidia. Es como que te alegras de que estén juntos, por que ambos son tan inalcanzables. ¿Qué haría yo con semejante hombre? Seguro que no sería lo suficiente mujer, o atractiva, o madura. O yo qué sé. El caso es que se les ve demasiado bien. es como la pareja que dura años, y años, y años. Como si llevaran cuatro o cinco vidas consecutivas juntos. Y no se cansan. Será que la perfección no cansa.
Bueno, el caso, que son muy buena gente, y...

- Para el carro. ¿Nos estás comparando con ellos?

- No, pero... a ver. ¿No te gustaría una relación así?

- ¿Y ser tan materialistas y superficiales como ellos? Venga. No somos los más guapos del mundo, aunque tú seas preciosa, pero bueno, yo no soy el hombre más atractivo de la historia, pero te quiero. Y aunque nos cansemos, aunque discutamos, aunque nos peleemos y nos llevemos la contraria... eso nos recuerda lo real que es nuestro amor. Lo que nos queremos, la confianza que tenemos sin ser de la misma sangre, dando pataletas, dándonos la espalda... Eso es el amor verdadero. No esas mariconadas de 'siempre felices'.
Si mola discutir contigo. Mola llevarte la contraria. Me pone ¿sabes? Y además, te quiero.

9 de enero de 2010

Muérdeme.

Llevaba diez o veinte minutos tumbado en el suelo, meditando e intentando hacer desaparecer las copas de más. Yo estaba tirada en el sofá, sin ganas de nada, y de vez en cuando le miraba para observar qué hacía él con semejante dósis de alcohol en el cuerpo. Realmente, estaba inmóvil, y con los ojos cerrados. No demasiado interesante, pero entretenía lo suyo. En la mesa seguían las copas de algunos, e incluso alguna que otra seguía teniendo Vodka con Naranja, pero yo no quería más. Yo soy de las que nunca se pasa con el alcohol (o casi nunca). Ven aquí, me susurró. Ante la duda y su estado, me tumbé suavemente y me acomodé en su pecho. Pupúm, pupúm, pupúm, pupúm. Sonaba tan bien ante el silencio. Derrepente, me mordió el labio y me clavó sus dientes. Aquel momento fue tan tierno que ni sentí el dolor, y ojalá se hubieran quedado allí sus labios.




ismystillbeating?

3 de enero de 2010

Hoy hace mal día, pero aún puedo imaginar el sol.



Podría desnudarme en frente de cualquier hombre y pedir su cama prestada por una noche. Podría ponerme minifaldas, tacones y un rojo carmín en los labios. Podría dedicarme a jugar con un chico día sí, día también. Podría viajar, y olvidarlo todo. Podría huir, en busca de una vida más divertida. Podría ponerme hasta el culo de todo tipo de sustancias ilegales y hacer lo que me viniese en gana. Podría sonreír falsamente, y camuflar el amor con un polvo espontáneo con cualquier otro, que sólo quisiese saborear mis curvas, y recíprocamente, saborear yo las suyas. Podría desmoronarme y hacer cosas nunca vistas sobre un colchón. Podría dedicarme a escribir mis experiencias nocturnas con un 'nomeacuerdocomosellamaba', y volverme rica publicando libros y libros sobre morbo pasajero. Podría llevar una vida nómada, y vivir en casa de cualquier otro, migrando cada noche de sábanas. Podría ser la típica chica misteriosa que vende su cuerpo a cambio de un sensual par de horas vacío.
Pero la única cosa que me impide hacerlo es la locura de estar enamorada.

Flowers are growing all over my bones.

No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.