-Quizá sólo consigue dar pena por que le da pereza hacer que la respeten.
-Eso parece. Pero no siempre es bueno que te compadezcan.
-Ya lo sé, pero eso se lo tienes que decir tú a ella.
-¿Y va a cambiar algo si se lo digo yo?
-Sí, por que ella está enamorada de ti. Ella te ama y te hace caso, por eso el mejor consejo que pueden darle tiene que salir de tus labios. No queremos verla más llorar, queremos que se defienda.
-Sí, pero me gusta que llore por mí.
30 de octubre de 2009
28 de octubre de 2009
Como un jodido perfume.
Hace poco me hablaron de él. Era nuevo en aquella colección, y Celia y yo deseábamos probar aquel perfume que iba a salir a la venta pronto. Celia ya estaba un poquito más pendiente del perfume más juvenil, que ya había salido y olía tan bien que te dejaba en el paladar un suave aroma a brisa mediterránea durante unos minutos, así que sola, me decidí a ver qué tipo de perfume traían. Al principio, me pareció un olor muy normal hasta que conseguí captar las texturas afrodisíacas que desprendía al final de su flujo. Después de varios días oliendo su sabor desde lejos, decidí probarlo esa misma noche. Durante toda la noche sentí como cada gota de perfume recorría mi cuerpo, acariciándome y susurrándome su melodía, hasta que a las seis desapareció su olor. Me notaba tan extraña al no tener el perfume y no poder olerlo, que poco a poco me fui encaprichando de ese perfume. Pero no era mío. Era de una tal Eva, que lo tenía en su casa desde hace unos años, y no lo quería soltar.
Un día después de no saber durante un mes de su aroma, le encontré en la basura. Se ve que aquella chica, Eva, se hartó de él. Me lo llevé pues a casa, deseando disfrutar aunque sea una noche, y sólo una, de esa sensación paranormal que me produjeron aquellas gotas minúsculas en mi piel por aquel entonces. Pero no sabía aún que ese perfume mataba.
Estaba tan extasiada por mi posesión que me puse por todo el cuerpo, hasta cubrirme de una capa húmeda y brillante, y me dispuse a dormir. O a soñar.
La mañana siguiente me desperté con una lágrima rasgando mi mejilla hacia abajo y con cortes en los brazos, en las piernas y en la tripa. Era demasiado tarde. Estaba empapando la cama de flujo arterial, y me costaba respirar. Aquel perfume, pensé, aquel perfume... es veneno. Ya no podía hacer nada, no me podía mover, y sólo pensaba en llamar a Eva y pedir que cuidase de aquel perfume tóxico, pues aunque fuese puro veneno, me había enamorado de él. Pero los músculos dejaron de responderme, y, hundida en lágrimas saladas y en sangre; cerré mis ojos por última vez.
26 de octubre de 2009
Sólo se queda el gris.
Ya empiezan los síntomas de daltonismo. Lo ves todo gris, y cada día te entristeces más. Echas de menos el verde, y lo confundes con rojo; y algunos lo ven todo absolutamente en blanco y negro. Sales a la calle, y sólo ves hojas deslizándose por la carretera y rallando delicadamente el asfalto; cuando fuera de esa dimensión hay mucho más. Pero tú, inconscientemente, sólo ves eso. Te preocupa que se quede todo tan lejano, y sólo logres reimaginar pequeños trozos de puzzle de una tarde a la que llamaste inolvidable, cuando no recuerdas ni la mitad. No es que eches de menos a alguien especial, simplemente deseas volver a vivir esas sensaciones que te tienen con la duda de volver a saborearlas, pues ya no recuerdas aquel tembleque en tu cuerpo, y ya no te importa con quien. Las personas, parece que dan igual. Pero las echas demasiado de menos, como a Madrid nevada.
24 de octubre de 2009
En paquetes de veinte.
Me saqué otro sueño de mi paquete. Ya sólo me quedaban dos, y toda la noche. Los bares no vendían, ni los estancos, ni en ningún sitio a estas horas. Sólo me quedaba no saber lo que iba a pasar, tomarme unas copas, y renunciar a los sueños por esta noche. Hoy hubo demasiada dosis de realidad, y por eso casi me acabé el paquete por la mañana. ¿Y por qué vienen solo veinte? Yo no puedo vivir con veinte al día. Necesito más sueños. Pero no sé dónde conseguirlos. Necesito huir de todo, de esta mierda de vida con siempre la misma rutina: beber, acabar por los suelos, despertarte por la mañana en casa de un desconocido y volver como si nada hubiera ocurrido. Por lo menos dejo que pase el tiempo y así vivir lo menos posible. Por que sin sueños, la vida da asco. Sin darme cuenta de nada, todo es más bonito, o menos horrible. Ahora me conformaré con nicotina, que por lo menos sientes el humo acariciando tus pulmones susurrándote que, tarde o temprano, vas a morir.
19 de octubre de 2009
Lo tuyo y lo mío.
En fin, eras tú, y era yo. No se podía decir que tú eras yo y que yo era tú, por que éramos demasiado diferentes. Cada uno tenía su vida, y su misterio. Y no hablo del misterio atractivo, si no del misterio sin más. Simplemente no nos conocíamos para nada, hasta que llegó el momento. Fue un cruce de miradas bastante curioso; yo a lo mío, tú a lo tuyo y cruzando el parque bañado en hojas secas y atardeceres tostados. Y nos dimos cuenta de que lo mío y lo tuyo era lo mismo. Que tú y lo tuyo vino a ser yo y lo mío, al alzar la mirada y al sonreír. Y desde aquellas palabras pronunciadas con una sutil torpeza empezaron la historia tuya y mía; en fin, la nuestra.
Será por eso que me gustas tanto, o también puede ser tu mirada infantil y tu destacado aliento. O será por que eres tú, y por que no eres yo. Será por que somos así de distintos, pero que en una cosa es lo nuestro, y ese nuestro es lo que nos une tanto. No lo sé, habría que estudiarlo detalladamente, pero sabes que eso es cosa tuya.
14 de octubre de 2009
Cinco del seis.
Mis párpados no mentían. Iba a ser él, y lo sabía, aunque me concienciase de su improbabilidad. Por dentro eran pequeños golpes al corazón a ver si despertaba y apretones en el pecho, impidiéndome respirar fuerte. Shh... deja que el silencio hable, me decía mi pequeño órgano, y me tapaba los labios delicadamente, esperando a que él se acercase, y se perdiese en mi retina. Latidos a cinco mil seiscientos por hora me desconcentraban, y solamente deseaba una cosa en ese momento. Que durara mucho, mucho tiempo, en el mismo sitio, los dos mirándonos y esperando a que no pasen las cinco y seis de la tarde. Él dejó escapar vocablos que no quise entender, y ahí nos quedamos. Congelados en medio del mundo, y mi corazón dándole las gracias a aquel cinco de mayo, en el que me ofreció su amistad y sus ojos pardos e infinitos.
11 de octubre de 2009
Trenzas.
Aquellas palabras resultaron ser estacas de hielo para ella, y aunque él se diese cuenta, las decía para hacerla feliz, de cierto modo. Pero hay que tener en cuenta el factor trenza: hay dos que se entrelazan, y siempre uno queda aislado, y ellos no son dos. Ni son cuatro. Son una trenza mal hecha, pues una extremidad nunca se ha cruzado con la otra, y mientras la tercera se entrelaza con ambas, dejando aisladas a cada una en algún momento. Según sus instintos, sabían que no lo hacían por que sí, ni por pasar el rato; seguramente había, o hubo algo. Al principio fue todo muy extraño entre ambos, pues no cabía posibilidad de resistirse a un acercamiento mutuo, y caían. Siempre y cuando siguiendo la mentalidad de la trenza; es decir, cuando no se entrelazaba con una extremidad. Y ella disfrutaba, sí; pero a la vez sufría, por que sabía que ya tenía que separarse y entrelazarse con el tercer miembro. Y le decía adiós desde lejos, con la mano medio levantada, balanceándola como una niña pequeña y despidiéndose de todo ese mundo que a lo mejor volvía, o a lo mejor no.
Es el momento perfecto para aplicar el teorema de las trenzas.
- Eh, no mires estas fotos, que salgo mal.
- ¡Qué dices! ¡Si estás muy cachonda! En esta foto te hacía de todo.
- Hablas mucho.
- Es verdad, pero el problema es que estoy con ella, y no quiero serle infiel.
- Sí, sí.
- Si no estuviera con ella, ahora mismo estaríamos en el mismo césped haciéndolo.
- Siempre igual. Paso de que lo haga por mí, otra vez.
- Nunca lo he hecho por ti.
- ...
¿Ilogicidad? Puede ser.
8 de octubre de 2009
La sonrisa que le regaló cuando se conocieron.
Ella le prometió no dejar de sonreír. Ella le iba a esperar hasta que volviera de aquel lugar en el que había estado para quererle cada vez más. Se compró incluso un calendario sólo para marcar los días que faltaban, y un reloj de bolsillo para calcular las horas que quedaban para que volviese. Aunque se escaparan lágrimas de sus azules ojos, la felicidad circulaba por sus venas, y el placer de pensar en volver a verle otra vez, da igual cuando fuese, le daba escalofríos. Y aunque estuviese un par de eternidades allí dónde vivía él, ella siempre la esperaría con la carta de papel rosa y la sonrisa que le regaló cuando se conocieron.
La vida es cruel, sí. Pero podemos vivir una ingenua vida, esperando a que vuelva cuando sabemos que aquella fue la última vez.
4 de octubre de 2009
Y nos conformábamos con café amargo en el desayuno.
Y ya no nos quedaba nada. Solamente noches vacías de sexo vacío bajo almohadas vacías. No teníamos sueños, ni ambiciones. Sólo vivíamos sometidos a una monótona y repetitiva rutina que nos quitaba las ganas de amarnos. Eran ya muchos años, y la casa seguía igual, la comida era la misma, los besos eran los mismos, y las palabras eran las mismas. Ya ni discutíamos, ni casi nos mirábamos a la cara, salvo para contar las arrugas que aparecían. Nos daban tanto asco nuestras vidas, habíamos cometido tal fatal error, que ya era irreversible, y nos conformábamos con café amargo en el desayuno. Prometimos no enamorarnos más.
1 de octubre de 2009
¿Y por qué coño estás llorando?
-Qué quieres que le haga, estoy enam♥rado.
-Si estuvieras enam♥rado, lo tendrías todo claro, y pese a todo lo que haga ella tú nunca cambiarías de opinión. Si estuvieras enam♥rado, sería todo perfecto. ¿Y por qué coño estás llorando?
De las que folla con amor.
- ¿Te acuerdas cuando eras una niña inocente e inexperimentada? ¿Cuando merendabas en casa leche con galletas? ¿Cuando jugabas en el parque, y te sentías la niña más feliz del mundo cuando te regalaban una Barbie de la nueva colección? ¿Cuando aún no sabías que "Heroína" no era sólo Wonderwoman? Cuando te enchufabas la radio, y cualquier canción del verano que oías te encantaba. Cuando necesitabas contar el dinero que te quedaba para las golosinas de por la tarde, o cuando te enamorabas inocentemente. Cuando no importaba la talla de sujetador ni la anchura de la minifalda. ¿Te acuerdas de cuando un chico se te declaraba y no necesitabas follártelo esa misma noche? ¿Y de cuando el dinero no importaba? Cuando la vida no te aburría, y no probabas cosas nuevas. Cuando te aterraba besar con lengua a algún chico, y ahora no le tienes miedo a nada de nada. Cuando estabas enamorada.
- No te precipites. Yo soy de las que folla con amor.
Ella.
Me preguntan como soy, y creen que existe alguna respuesta a su tonta curiosidad. Me ven de pelo largo, ojos custodiados con lápiz y tinta negra, piruleta roja saboreando mi boca y tez de invierno. Me ven pensando, y no saben en qué; algunos se atreven a preguntármelo, otros en cambio tienen la curiosidad en segundo plano. Y como no, suelto la esperada respuesta 'nada', como si fuera verdad. Me observan de arriba a abajo, como una desconocida en su campo de visión, y sin querer exteriorizan muecas. Siempre he sido para ellos la loca del pelo de colores y el aro en la nariz, aunque para otros cuantos sea otra cosa después de un par de tardes en Starbucks con un café y un buen humor.
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Flowers are growing all over my bones.
No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.