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29 de abril de 2009

Tacto y poco más.

Casi sentía tus huesos al pasar mi delicado dedo por tu piel. Tenía ganas de decirte aquellas palabras mágicas, y repetirlas todas las veces que pueda, hasta que me quedase sin voz. Contaba tus respiraciones. Sentía tu anatomía, sentía tus latidos, sentía ese picor en el pecho que me hacía más y más pequeña. Era un tacto de una piel suave, blanquecida, y olía a calor. Los ruidos de los coches de la autopista no molestaban, algunas veces sonaban claxons, pero nada más.
Se hizo eterno, menos mal.

27 de abril de 2009

Locura.


De todas formas, algún día habrá que morir de locos. Porque la cordura, a medida que pasa el tiempo, se pierde lentamente, toca el cielo, descansa, y se evapora. Porque nadie está cuerdo, porque todos tenemos un poquito de locura sea el la cabeza, en el corazón o en la mirada. Porque se hacen locuras por amor, locuras por sonreír y esbozar sonrisas, locuras por subir a lo más alto, locuras porque crees estar loco, o porque al contrario, quieres demostrar tu serenidad frente a tí, y convencerte de que eres igual que el resto. Estás loco y subes por las paredes y por las fronteras de la realidad, porque no importa, no importa que la gente piense y generalice con nuestras generaciones. Que si somos maleducados, no podemos comportarnos, no podemos estar tranquilos.... Claro que podemos, sólo que no queremos tener esa vida tan aburrida, sin locuras, sin desfases, sin aprovecharla. ¿Qué seria de nuestras vidas sin esos locos placeres?

Aunque pierda la cordura la encuentro tarde o temprano.
Shinoflow&ElCansino.

17 de abril de 2009

Trágico.

1.6.06
Querida C.
Ya sabes que esto te va a extrañar, pero te escribo por última vez. No suena muy ocasional, pero sabes lo que pasa y este es el destino, que te ha hecho recibir mis noticias, no de antaño, si no de algún mañana. Echo de menos las tardes en la playa con él, las olas de calor a la sombra, los cócteles del bar en la orilla del mar. Echo de menos su atención por mí, sus promesas incumplidas aún, su olor a prisas y a naranja. Aún sueño con él. Dime, ¿porque no he conseguido quitármelo de la cabeza aún, con los años que pasan sin verle? Tú estarás ahora con su compañía. ¿Qué tal está? ¿Sigue igual de radiante y soñador que siempre? ¿Lleva las camisetas que le regalé? Es raro, pero en todo este tiempo sólo he podido pensar en él. No me importa nada más. Espero que esté bien.
En cuanto a tus vicios, espero que hayas dejado el tabaco, es malo, ya sabes, aunque siempre te lo estoy repitiendo y no me haces caso. Ya verás como algún día te llevarás una sorpresa. Aunque tranquila, eres joven, aún te queda tiempo, y aún te queda vida para disfrutar calada a calada los buenos momentos de la vida, los buenos paisajes, o un buen libro. La vida es bastante interesante, aunque deberías aprovechar cada pestañeo.
Yo estoy bastante mayor, de hecho, ya me veo crecer bastantes canas y el tiempo ha podido conmigo. Sigo enamorada de la vida, pero mi cuerpo no resiste y las ganas de disfrutar te las estoy reglando a tí, pues eres lo único que me importa ahora y en los próximos años. Aquí te mando un ejemplar de mi novela, no olvides leerte el capítulo 7, que me gusta en particular. Felicidades, serás la primera en leerlo. Como siempre mi actividad psicológica retiene a la física en este sillón, y todos los días me como la cabeza y agoto mis neuronas para acabar mi página. El capítulo 7 es bastante interesante, me gustó como quedó. Y
Eso es todo, te quiero y lo sabes. Hasta siempre.

8.7.04
Hace muchas semanas que no te escribo, así que le he robado a mis ganas una parte de mi tiempo para dedicarte unas líneas. Espero que guardes en casa mis cartas, las hago con todo el amor del mundo, ya sabes, eres lo único que me queda a parte de mi pluma y mi folio.
Recuerdo aún la tarde aquella de invierno, estábamos tu, él y yo, y el frío recorría nuestros pulmones, incluso parecía que los copos de nieve entraban por nuestro cuerpo para congelarnos en medio de aquel parque. Aunque el frío recorría cada una de nuestras arterias, había que reconocer que las vistas eran fabulosas, fantásticas, y sobre todo lo más importante era que estaba a vuestro lado. Cuando tú y yo éramos una. Son de esos momentos que deseas volver a vivirlos, pero sólo se va a quedar en un álbum de recuerdos en la esquinita de la biblioteca, que recuerdas sólo cuando tienes tiempo. Las calles en aquel entonces estaban nevadísimas, y ni se podía ver el final de la calle. Vacía, como siempre, nos miraba de frente y sonreía dejándose ver un rayo de sol que nos alegraba la mañana. Nos encantaba levantarnos pronto, ¿te acuerdas? El frío era aterrador, pero la ilusión de ponernos la ropa apretada y calentita nos daba la impresión de como si estuviéramos protegidos.
En fin, yo sigo escribiendo mi libro. No te he contado, ¿sabes que apareces en mi novela? Esto de quedarme hasta las tantas absorbiendo mi imaginación parece funcionar. Voy sacándole jugo a mi relato, y espero que te guste. Son muchas horas al día y muchos días al año. No descanso ni un día y eso me preocupa, porque es posible que me haga un trastorno psicológico. En breves lo veré todo en blanco y negro.
Bueno, no tengo más que decir, cuida de tí y de los tuyos. Te quiero, y lo sabes. Espero volver a verte pronto como la última vez que nos vimos.

29.5.04
No podía dejar esto en el aire. Papá murió ayer. Mamá está destrozada, yo aún no lo he asimilado, aunque voy dejando rastros de mis lágrimas por la carta. No me quedan fuerzas para redactar decentemente. Ya te contaré novedades. Creo que dejaré de escribirte hasta que se me pase el disgusto. Como siempre mi actividad psicológica retiene a la física en este sillón, y todos los días me como la cabeza y agoto mis neuronas para acabar mi página. Cuida de él, que no te abandone. No lo pierdas, que es lo único que te queda en esa sala blanca. Se sienta a tu lado y te contempla. Te quiere más que a nada. Porque tú eres lo único que le mantiene como siempre. Así que quédate con él.


26.5.04
Hoy me tomé la libertad de coger el bolígrafo y apuntar las novedades que te tengo que contar. Papá ha tenido un infarto pulmonar hace un par de horas y ahora estamos todos en el hospital, un fúnebre hospital -yo diría que es una mazmorra pero esa información hundiría más a mamá- y estamos esperando en cuatro sillas mal puestas en una sala dónde las paredes se caen a pedazos. Me da miedo que a papá le pase algo, ya tuvimos mala suerte con tu enfermedad. En fin, ahí está todo lo que tenía que decirte. Te echo de menos, pequeña. Cuídate, y cuida de él, como digo siempre. Y no nos des sustos.
En cuanto tengamos noticias de papá te escribiré. Te lo prometo.

4.5.04
Sé que estar en un hospital tanto tiempo es muy aburrido, pero ahora mismo estoy concentradísima en mi novela, se está poniendo excitante, no te contaré de qué va pero es el libro perfecto para tí - de hecho, lo he escrito pensando en ti -. Ya verás, va a ser fantástico, ¡no querrás leer otro libro más en tu vida!
Hoy he ido a recoger flores al jardín, he cogido un par para tí, están en el sobre, échales un vistazo en cuanto termines de leer mi carta, cada flor representa a cada uno de nosotros; Papá, Mamá y Yo. Cada uno tiene su olor distintivo, para que te acuerdes de nosotros. Enana, no nos olvides, estamos aquí por siempre. De momento quien te apoya en el instante es él, pero es el único al que dejan pasar. Nos acordamos siempre de tí, tu habitación sigue intacta y tus fotos están en tu baúl. Las hemos visto, la tentación pudo con nosotros. Son increíbles, no sé como te daba vergüenza enseñarlas si son fantásticas. Te he metido las que más me gustan en el sobre, junto con las flores. Sí, hoy me apetecía empaparte de recuerdos; flores, fotos, pero piensa que ahí estamos nosotros, esperándote. Te admiro, eres muy fuerte aceptando tu situación. Te quiero. ya sabes que el hombre de azul nos impide ir a verte, pero veo que no te lo tomas tan mal. En el hospital no das guerra.
Te adoro hermana.


26.4.04
Hola! Te extrañarás al recibir esta carta tan extraña un veintiséis de abril en un hospital como este. Soy Hanna, y te voy a explicar la situación. Como bien sabes, el señor de azul no permite que tengamos intercambios ni de persona a persona, ni de voz a voz, así que decidí mandarte esta carta a escondidas. Te mandaré más cartas claro está, hasta que vueles al cielo y te liberes de una vez de esta pesadilla aterradora, y te recordaré los mejores momentos de tu vida junto a nosotros. Te preguntarás que porqué dejaron entrar a Elrick en tu sala, bien, pues el hombre de azul nos permitió dejar a un animal de compañía a tu cargo, y es obvio, que tu perro guardián te acompañe en tu viaje y te cuide como hizo durante sus 15 años, desde que tú naciste. Y me voy a proponer una cosa. Escribiré un libro. Pero no un libro cualquiera. Si no tú libro. Cuando lo termine, te daré el primer ejemplar, más bien el único, y sólo tu podrás deleitar mi relato que habré trabajado muchísimas horas.
Eso es todo, pequeña. No llores y no nos olvides. Elrick cuidará de ti, tenlo claro.
Te queremos todos, Chris.



Carta del Psicólogo.
Buenas tardes, Helena y gregory M.
Les escribo porque tenía la necesidad de contactar con ellos. Después de diagnosticarle a su hija el cáncer de retina por quemadura al sol, han descubierto una parálisis cerebral que hace que dicho cáncer no se pueda curar. Debo aconsejarles no tener ningún contacto físico ni auditivo con ella, puesto que ya me advirtieron de sus trastornos cerebrales y psicológicos que provocarán una muerte súbita tras la despedida, o la última visita de la familia. Christina está informada de su problema, pero no debe saber que su enfermedad es incurable. Fallecerá en torno a principios de verano del año dos mil seis. Eso es más o menos lo que me ha anunciado el doctor, así que el resto os lo dejo a vosotros.
Atentamente.
Señor C.N.

16 de abril de 2009

Tinta.


Y cogiendo tan solo la pluma se disparó mi imaginación. Cada letra en el papel, una vibración entintada desplomada en mi lienzo, encarcelada verso a verso. Pienso. No da tiempo a más. Tomo asiento, siento las neuróticas neuronas trabajando en mi mente. A veces se las oye susurrar. El tiempo se detiene. Una estrofa lo dice todo, o al menos, lo que tiene que decir, nunca miente. O solamente cuando necesita. Siente y padece, mi estrofa, larga y jugosa, en su tinta. Cae rendida en el blanco asfalto, dibujando una sonrisa, o una lágrima, y aveces con prisas se anima y canta, y baila. Grita, habla, pero nunca calla. Si no dice nada, no es una buena estrofa.

Versos y rimas.

Relato de una niña castigada.


Y sus esperanzas se fundieron en su ciega oscuridad con una luz utópica (de manera a que esa luz estuviese tan lejana como una estrella, prácticamente inaccesible). Después de todo, era tan sólo una cría controlada por dos individuos de mal genio, contradictorios y carecientes de racionalidad. Después de todo era lo que esperaba ella. Que no pasase nada y que estuviese encerrada en cuatro paredes durante unos años. Deleitando su escasa música y comiendo galletas a escondidas. Al menos es lo que ella esperaba que ocurriese. Porque ellos son muy predecibles y sabes su castigo de adelanto, ellos solo quieren para martirizarte. Y a ella la tenían de experimento. Probaban con ella las peores y más duras torturas. La hacían creer que no estaba viva. Y ella lo creía.


Relato de una niña castigada.

Madurez.


Marquemos una línea entre pequeña y no tanto. Seamos realistas. ¿Cuándo sabemos a qué edad se llega a ser 'maduro'? Al igual que el amor, la madurez no tiene sexo ni edad. Hay gente que a los catorce se ve capaz de llevar una vida autónoma, y hay quien llega a su nivel de madurez teniendo a penas ochenta años. Eso de tener una edad para ser autónomos no tiene un verdadero sentido. Un coche a los dieciocho. Creen que a los dieciocho no hay nadie que pueda hacer el loco con un coche. Y creen que es imposible que un crío de quince sea incapaz de hacer cualquier delito con pena de prisión y que le afecte igual que cualquier mayor de edad. Deberían estar en lo cierto, pero no. La vida es injusta pero nadie hace nada. Yo sólo me limito a criticar porque no puedo hacer más. La gente se resigna a soltar suspiros y a poner sonrisas falsas. Ellos que almenos pueden hacer algo parecen vegetales frente a la sociedad.
Mira, si a ellos les parece justo, pues bien. Pero a casi siete billones de habitantes no se les ha dejado opinar. O al menos a los 'menores de edad', que según ellos no tienen la madurez suficiente.

Peces Rojos.

Era metafísico. Como un plástico transparente alrededor de cada individuo. Un brillo encarnado. Casi como un atardecer otoñal, casi como unas luces discotequeras un sábado madrugada. Se movían velozmente, parecía que veías neones rojos en una sala blanca, fría y nevada. Los ojos eran increíblemente definidos, su iris era blanco. Absorbían la luz y desgarraban las paredes, como papel. Soñaban con escapar de esta habitación con rocas, plantas y suelo falsos. Volaban y flotaban. Te miraban, aterrados por tu tamaño, esperaban cualquier movimiento violento para escapar despavoridos. Eran casi humanos. Pero no hablaban. Solo miraban por todas partes, se miraban entre ellos. Parecía que jugaban. Pero tales seres son incapaces de saber qué es jugar. Se perseguían ciegamente en su claustrofóbica caja.



Peces Rojos.

Aujourd'hui, j'aime Paris.

París es bonito. Es un sitió de cafés au lait, bohemios y calles mojadas. Paseos en piedra y balcones adornados con florituras. Ácidos olores a jardines, puestos de croissants en cada acera, cochecitos de los años sesenta acariciando el asfalto, miradas perdidas, rostros inseguros, zapatos de tacón, ojos repletos de placer. Francesitas con boinas y gafas de sol, viento, ojos azules de usar y tirar, polvos puntuales en un hotel près du centre, bares estirados con vistas a la Tour Eiffel. Recuerdos atrapados en dos menu du jour, mandolinas deambulantes por las calles principales, guiños pícaros. Anáforas, hipérbolas, pájaros. Lluvia, grietas en corazones. Extasis. Niebla, risas, murmullos. Chicas acomplejadas, gris. Siempre, periódicos Le Monde en el suelo perdidos, lágrimas. Calor. Paseos por L'Arc du Triomphe, abrigos negros. Sena, toilettes, preservativos. Luces en los portales, besos. Gatos, canciones de amor, Champs Élysées. Vueltas y vueltas. Carrouseles.
Aujourd'hui, j'aime Paris.

Él.


Ahí está. En medio de la plaza. Tiembla, tiene frío. Pero se mantiene en su sitio, aunque sus brazos revolotean por el cielo. Es muy alto, casi puede tocar el cielo con un dedo. Mira hacia el horizonte, inmóvil. Su infranqueable cuerpo, recto y ácido te dan ganas de tocarlo y de ver las curvas de su tez, oscura, pero a la luz mañanera, lívida. Es seguro y nunca se ha echado atrás. Sus brazos esqueléticos tan largos y ligeros se elevan a lo alto del cielo para agarrar alguna que otra nube. Le enamoran los atardeceres y se sonroja al verlos. Admirable anfitrión del parque, con más de cien años vividos, más experiencias presenciadas en su mirada ciega, más momentos románticos en aquel banco a sus pies, más sabiduría que cualquier otro humano o ser vivo. Y después de tanto sigue ahí. El árbol del centro de la plaza del parque.

Hoy por tí. Mañana también.


Hoy es un día cualquiera. Al menos para mí. Me despierto de mi cama, me ducho, salgo, como, sueño, escucho, pienso, existo, hablo, grito, lloro, devoro, me levanto, duermo, cuento, pestañeo, respiro, y me acuesto. En principio, habría sido un día normal. Pero hay algo aquí, en mi pecho, que me impide comportarme como siempre. Este rugido que produce mi corazón no es usual en un día como siempre. Esta sonrisa perfilada no aparecería en un día cualquiera. Ese fulgor en esta mirada propia y familiar, además de esperanzada, es rara. Ese magnífico escalofrío que se reparte por todo tu cuerpo y que te hace sentir viva es especial, y esas miradas esperanzadoras al cielo no son propias de una mañana como esta. Hoy pienso demasiado en unos ojos verdes acariciando mis tostados iris y meciendo mis pupilas lentamente, hasta hacerme soñar en un futuro perfecto. Me baño en tu tez nevada, como si fuera una nube, me apoyo en ella, la disfruto, la muerdo, la beso, la quemo, la adoro, la huelo. Huele a ti. Me gusta como hueles. Es un olor armónico con un suave acento de perfume de hombre, que parece puesto con prisas y en escasez, pero aunque sea casi invisible, está presente. Y esos labios que decoran tu efigie me asombran, me devoran, me hablan, me pican, me ponen de los nervios, me besan, me susurran, me sonríen, me asfixian, me atrapan, me dan sueño, me dan hambre, me ponen.
Recuerdo una noche de otoño, los dos juntos desplomados en el medio del césped de mi jardín, contemplando nuestras estrellas a lo alto de aquella manta marina que nos daba calor. Casi me acuerdo de tu voz. ¿Tanto hace que no nos vemos? Pues seguramente. Aunque no tengo prisa, me has enseñado a ser paciente. Me has enseñado que acostarse con la persona a la que quieres es asombroso y, no importa lo mucho que esperes, porque nuestra llama no se apaga mientras la esté yo protegiendo ante el frío de este interminable invierno. Porque comprendí que el amor está por encima de todo. Porque tu cuerpo y el mío están por encima de cualquier razón. Porque hay algo, un feeling entre nosotros dos, porque hay un hilo entre mis ojos y los tuyos, porque hay algo. Y le doy las gracias a ese algo, que me ha hecho crecer, y no centímetros, sino metros y metros hacia arriba. Y poco falta para llegar hasta tu mano.

Feliz San Valentín, Nico.
Un día cualquiera, un Catorce de Febrero de 2009. Madrid.






Texto cortito, para lo que tenía en mente, pero es lo que tiene no dormir casi en una semana.

Ayer por tí.

Y después de tropecientos besos inseguros aterciopelados escuché una promesa afásica saliendo de tu deleitosa boca. Nunca en mi vida había sentido esa impresión y la huella que dejaste en mi juicio ha quedado sellada para siempre. Seas lo que seas a lo largo de mi vida, nunca te olvidaré y siempre serás más incandescente que el resto del gentío.

Risas. Y un final no tan feliz.

Sentada estaba en un escalón de la plaza principal. Ella esperaba tranquilamente, sus pupilas dilatadas hablaban de serenidad y paciencia. Leía -en realidad soñaba letra tras letra- un libro de bastantes páginas, aburrido a primera vista, y escuchaba por un auricular un par de acordes de guitarra acústica con una batería firme y agitada. Sus zapatillas desabrochadas le daban un aire de despreocupación pues su pelo al viento se alborotaba aunque la paz que desprendía su presencia se mantenía. A pesar de los gritos infantiles y agudos por el fondo de la plaza, ella seguía balanceándose en su hoja entintada y soltaba una sonrisa ladeando su vestido de volantes oscuro y ligero. Sus vertiginosas pestañas daban la sensación de que en cualquier instante echaría a volar, pues hacía un día espléndido para la época. Llevaba un maquillaje marcado negro que le rodeaba la mayor parte del ojo y que embellecía su pálido rostro juvenil, tendría alrededor de 16 años. Se podría decir que llevaba unos minutos esperando, pero en realidad estaba sentada desde la primera hora de la mañana -era mediodía y se veía gente en restaurantes- y esperaba algo. O a alguien. Se ve que esa persona le importa más de lo que debería. Se ve que sólo puede vivir con eso.

***

Sus manos agarradas sostenían una libreta negra. Su mirada preocupante atravesaba las ráfagas de viento. Buscaba a alguien. Rostros desconocidos pasaban delante de ella casi invisibles. Chaquetas y sombreros movilizaban la plaza principal, y la primera gota de la tarde cayó. Paralizada, sintió el escalofrío helado de esa chispa de agua y miró al cielo. Poco a poco caía más y más. Su vestido empapado se pegaba a su piel y su precioso pelo perdió aquel brillo matinal. Ya no sonreía. La preocupación le invadía, no encontró lo que esperaba. Huyó del diluvio hacía el primer negocio que encontró. Esperó en la puerta, mirando todos los movimientos de la plaza sin tomar ningún cuidado a su persona. Podía nevar toda la noche. Podía esperar toda la noche, a que apareciese. Eran en torno a las nueve, y después de una media hora ella decidió salir a buscarlo hasta dar con él, puesto que él era toda su vida. Ya no le brillaban los ojos, su esperanzado gesto se desvaneció al pasar la noche. Toda la noche. Seguía lloviendo, y el cielo grisáceo se impregnó de un púrpura opaco poco a poco. Recorrió todas las calles adyacentes a la plaza sin rastro de su vida. Recorrió hasta el más lejano callejón. Y se rindió. Se acostó en el asfalto mojado, y gritó su nombre. Se sentía abandonada, no podía vivir así, abandonada. Desterrada por su propia alma cayó inmóvil y cerró los ojos. Y se durmió, agotada. De madrugada, un coche en la oscuridad visible por sus monstruosos faros se abalanzó por aquel callejón.
Y derrepente, ella ya no existía.

Gracias, tú.


Voy a intentar escribir poco. Voy a intentar ser franca, decir poco y que signifique mucho. Voy a hablar sobre ti.
Te conocí un día normal, en una clase normal, en un momento del día normal, en un país normal. Pero lo que no es normal, eras tú.

Me enseñaste a sonreír. Pero no a reírme, si no a sonreír. A sonreír de verdad, a sentirme bien cuando oía tus palabras, a soltar algo gracioso de vez en cuando, a mirarte fijamente sin balbucear, y reír de repente. Esas miradas pícaras que se cruzaban todos los días. Eso es lo que me enseñaste. A decir la verdad con algo más que la mirada. A comprenderte. A ser alguien. A pensar, a existir, a adivinar.

Me enseñaste a creer. A creer en algo que daba por marchado hace tiempo. Me hiciste creer en las oportunidades, en los desafíos, en la adrenalina, en la adicción. Me hiciste creer en lo transparente, en las líneas de colores en los muros de las calles, en versos infinitos acompañados por un beat y unos acordes, en la vida, en las luciérnagas, me hiciste creer en unos ojos verdes. Me hiciste creer en tu sonrisa. Me enseñaste a creer en seis meses. Y me enseñarás a creer en mucho más.

Me enseñaste a dar oportunidades, pues tú me diste una. Y la supe aprovechar. Y conseguí volver a soñar. A pesar de mi timidez, me acercaba a ti, te preguntaba, te sonreía, te saludaba, y me derretía en ese iris verdoso, me encerrabas ahí y yo no podía escapar; no quería escapar. Estaba tan bien contigo. Me sentía demasiado bien. Creía que eras veneno.

Me enseñaste a vivir. A vivir una historia que nosotros inventamos, a vivir esas historias que los demás cuentan con orgullo y nosotros escuchamos con envidia. A vivir y a ser alguien para ti. A pasar de ser “una chica de mi clase” a “mi chica”. A pasar de ser una desconocida a ser casi todo. Porque cuando vives, te das cuenta de lo que importan las cosas de verdad. Gracias a ti lo descubrí. Gracias.

Me enseñaste a mirar. A mirar con dulzura, a mirar con amor, a mirar disimuladamente. A mirarte. A mirar tus pupilas, a mirar tu boca, a mirarte de lejos, a mirarte al detalle. Al mirarte cada dos por tres. A mirar tus pasos. A mirar tus gestos. Porque desde ahí, somos lo que somos ahora.

Me enseñaste a usar el metro, por supuesto. Me intentaste enseñar a arreglar el diafragma y el obturador de la cámara. Me enseñaste mil cosas más. Pero de las que mas te agradezco que me hayas enseñado, son esas.
Gracias por enseñarme a querer de verdad. Gracias. Te quiero.

Otra.


La vida es cara, pero soñar es gratis.
Incluso con una almohada puedes soñar tu vida. Otra vida.
Si abres los ojos, lentamente, verás poco a poco lo que tienes por delante, lo que te queda por vivir. Si los cierras y sueñas, podrás encerrarte en la infinidad de tu mente, con el fin de recrearte y crear una vida en la que lo puedas controlar todo. Demasiado perfecto, para mi gusto. Porque siempre vienen bien peripecias, problemas, momentos difíciles, porque el el error hace al hombre hombre, y si lo que deseamos y hacemos es perfecto, sería imposible. Una utopía. El sueño es una utopía. Por eso existe la realidad, lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos. Porque hay veces que aunque sea el peor momento de tu vida vale la pena continuar, seamos por una vez curiosos. Muramos sabiendo todo lo que podamos. Vivamos haciendo todo lo que podamos. Aprovechemos la vida. Aprovechemos el momento en el que estamos ahora mismo. Disfruta de lo que has hecho y de lo que quieres hacer. Sé tu mismo, actúa por una vez que puedes.

Avanzando.


Lírica.
Me pregunto, escalera a escalera podré subir hasta allí arriba?
Lo que quiero conseguir, poco a poco, paso a paso es mi vida
Triunfo lentamente, trabajo hasta el final, sin descanso
Asciendo y cumplo mis metas, vivo día a día, nunca me paro
Espero a que llegue mi utopía aunque sin prisa se aleja
Un camino se traza, mi futuro se define y se refleja
En una línea fina pero intensa que marca mi ruta a seguir
Mi destino he de conseguir, de descubrir, de perseguir
Hasta el fin de mis días, y si me moríria hoy? Qué pasaría?
Habría cumplido mis sueños? Déjame dudarlo,
Pero habré hecho algo en esta vida puta que no podría cambiarlo
Está prohibido decir Stop! Hay que vivir y disfrutar de la ilusión
De que siempre habrá un mañana para rectificar y soñar más
Y no estar en un rincón asfixiandote por no tener ni fama ni pasta
Espero mi hora con paciencia, pues solo diré en mi última sentencia
Carpe Diem, pues no sólo somos dos o tres que luchamos por vivir bien
Vivir por el arte por la música, por el placer de escribir e intentar crecer
Aunque tu sólo no puedes conseguirlo, tus amigos te apoyan y juntos
Conseguireís vuestra meta, unidos, por el hilo que os une en conjunto
Pero solo, sin ayuda, es díficil, aunque si te esfuerzas de verdad
Conseguirás lo que quieres, vivirás a lo grande, afrontarás a los cobardes
Gritarás a la vida y demostrarás tu presencia. Ahi estás. Ahi delante.

Cartas para tí.


Loveletter.
Querido tú.

Y tan solo una hora para ver tu sonrisa. Tan solo una hora para oír ese timbre, si no quieres que te vaya a buscar. Y tan solo, en un minuto mi corazón late cada vez más. Me duele el pecho, estoy nerviosa, esclava de tos tictacs, que sin ritmo y en prosa, marcan el final de mi espera, al ver tu llegada mi miseria se funde. Mi sonrisa aparece, mi impaciencia se hunde en este jardín de placeres y risas. Y con sólo tu y yo, podremos vivir aunque sean un par de horas solos, sin nadie más. Deja que la música invada tu presencia y que nos guíe la verdad, la realidad que nos depara de estar tan poco tiempo juntos. Hoy me viene a la memoria el día que nos conocimos, tímidos, en un país conocido, pero a 8 horas de casa. Curiosa de mí, intenté intercambiar unas palabras contigo, que resultaron ser tiernas y graciosas. Me encapriché de tí en silencio, puesto que no tenía muy claro lo que quería contigo, pero te apreciaba. Apreciaba tu compañía en clase, tu alegría, tus desfases. Y te echaba de menos, a veces. Cuando íbamos de excursión por New York, yo con mi grupo y tu con el tuyo, esperaba que me tocara contigo. Pero nunca pasó eso. Aunque después de todo nos veíamos 3 horas al día, y charlábamos, nos reíamos, compartíamos gustos, como la fotografía o el dibujo, y todos los días con la ilusión de poder sentarme a tu lado, que me sonrías como hacías cada mañana, con esa luz suave que atravesaba la ventana. Mis días sin ti empezaron a ser amargos, sin vida, grises, y cada vez que te veía apartabas la mirada, yo sonrojada, temblorosa, soltaba un 'hola'. Los últimos días fueron cada vez más largos. La clase había cambiado y ya no estábamos tanto tiempo juntos, a veces te preguntaba si querías comer con nosotros, o algo así. Para poder verte un poquito más. Poco después se supo mi afecto hacia ti por algunas personas, de mi grupo en detalle.
Una noche, en el gimnasio, sentí un toque suave en la espalda. Me giré. Y vi la carita más dulce que presencié en toda mi vida. Solo cuatro palabras se oyeron. Y no hacía falta decir más. Todo estaba dicho. Dos cuerpos que se quieren rodeados de luciérnagas en una noche de Julio en una ciudad lejana. Hoboken, te extraño. Y a ti, a ti también te extraño.


Y un día comprendí que quería estar contigo hasta la muerte, pase lo que pase.

Quiérete.

Dibuja en el muro blanco un corazón con pintalabios. Bésalo. Recuerda esos momentos tan puros, tan oscuros, pero tan serenos. Recuerda el color del suelo mojado. Recuérdame. Recuerdas las risas? Recuerdas las promesas? Recuerdas las sorpresas? Pues todo eso, aún no ha acabado. Nos quedan décadas por vivir, por soñar, por sentir. Pero lo mejor es que estaré a tu lado. Lo mejor es que cuando te mire tímida tu me responderás con una carcajada. El amor no es científico. El amor es magnífico. El amor es un horizonte lejano, con al final un precipicio, que podrás pasar. Amor, martirio prohibido. Tortura lenta. Despierta. Ama. Vete de tu cama. Abrázale. Un vez más, o dos. Si le quieres, jamás, digo jamás te cansarás.
Esa mirada triste cuando no estoy. Y cuando estoy sola, me acompañas y me acompañarás en mi letargo.

Aquí estás.

Y te miras en el espejo y dices: Aquí estoy. Pero quítate el maquillaje, quítate las joyas, las lentillas de color, que tu cuerpo respire, que tu alma grite en libertad. Y quiérete. Quiérete como nunca lo has hecho. Mírate con objetividad. Apreciáte por una vez en el reflejo. Persigue el momento en el que en un instante, te sientas viviente, aplastante, brillante si quieres, porque todo depende de que tú quieras. Tienes luz propia, ¿Porque no haces que brille sola? Hay luceros que no lo consiguen y que intentan apagar fuegos como tú para brillar más y sentirse mejor a tu lado. ¿Y porqué tu lo consientes? Tu brillas muchísimo más que esas bombillas artificiales, y aunque no seas consciente, vales mucho más. Y lo ocultas. ¿Y ellas a quién culpan? A sí mismas no, por supuesto, aunque en esta vida hay pocos honestos, y ya puestos, ¿porque lo que ellas consiguen con el doble de maquillaje y el doble de complementos, lo consigues tu con un poco de colorete y una sonrisa? Porque tu eres única, no eres flaca, no eres gorda, no eres fea, no eres perfecta, ni mucho menos, pero increíble y maravillosa, eso es posible.

Flowers are growing all over my bones.

No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.