-->

6 de agosto de 2009

"Quieres...?"


Mamá ya se había ido a la cama (pues había bajado, me había mandado a dormir, y después de algunos gritos fingidos aceptó por dejarme pasar mi noche en vela por el cambio horario), y el piso de abajo era completamente mío para hacer exactamente lo que yo quería. Después de cinco minutos haciendo como que usaba el ordenador fui al cuarto de los abrigos y le saqué de ahí. "Tranquilo, no hay nadie" le dije, y fuimos a mi habitación. Estaba todo bañado con oscuridad y adornado con una tenue Luna (casi) llena. Recuerdo que era bastante agradable verle a medias, como misterioso. Me gustabas así, sin más.
Me tumbé desinteresadamente en el sofá mirando la ventana esperando a que tú hicieras lo mismo, sin darle importancia alguna. Segundos después te hice un hueco y te tumbaste; y, acto seguido, me abrazaste.
Y empezaste con esos "No sé, Sara" que tanto odio. Para callarte empecé a besarte en la mejilla clandestinamente, el sonreía y controlaba mis besos para que no se escaparan. Giró lentamente la cabeza y le di un beso inocente en los labios. Y ahí fue cuando empezamos a desgarrarnos la boca. Se estaba tan bien a su lado, notando sus pulsaciones y emociones por segundo, sintiendo cada uno de sus huesos, músculos y órganos. Nunca había querido a alguien así y me sentía triste por amar al hombre equivocado; por que él la tiene a ella. Pero ella no sabe lo que tiene. En mi caso, ha sido el único y el mejor.
En el sofá, los dos comiéndonos mutuamente, jadeando a plena madrugada; puede haber más romántico, pero no me importa, por que está él, y eso es lo único que quiero. Que ha venido a las dos de la madrugada para pasar una noche conmigo, saltarse a mis padres, esconderse en un cuarto dónde lo único que hay es calor y abrigos de piel, y abrazarme.
Y de repente, magia. Nos movimos al famoso cuarto de los abrigos, donde no se veía nada de nada (cosa que hacía la situación mucho más morbosa) y nos empezamos a quitar la ropa mientras nuestras lenguas rodaban despavoridas entre ellas, y llegó el momento en el que tú me preguntaste: "¿Quieres... que lo hagamos?"
Algo dentro de mí gritó.
Sí, por favor.


...

Voló lujuria, avaricia, deseo, sexo y ropa.
Después de eso sólo recuerdo que lloré, y que dormí; con él.



3 comentarios:

Claudia Hale. dijo...

Uf, me ha encantado. Sobretodo el trozo de 'Y ahí fue cuando empezamos a desgarrarnos la boca.'
Por un momento he estado yo también he estado en ese armario de abrigos de piel.
Un beso!

PD: Tienes una sopresa en mi blog :)

Anónimo dijo...

Y de golpe, PUM, tus sueños se hicieron realidad.

Vanille Galaxy dijo...

¿Dormiste abrazado a él? :)

Flowers are growing all over my bones.

No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.