Mamá ya se había ido a la cama (pues había bajado, me había mandado a dormir, y después de algunos gritos fingidos aceptó por dejarme pasar mi noche en vela por el cambio horario), y el piso de abajo era completamente mío para hacer exactamente lo que yo quería. Después de cinco minutos haciendo como que usaba el ordenador fui al cuarto de los abrigos y le saqué de ahí. "Tranquilo, no hay nadie" le dije, y fuimos a mi habitación. Estaba todo bañado con oscuridad y adornado con una tenue Luna (casi) llena. Recuerdo que era bastante agradable verle a medias, como misterioso. Me gustabas así, sin más.
Me tumbé desinteresadamente en el sofá mirando la ventana esperando a que tú hicieras lo mismo, sin darle importancia alguna. Segundos después te hice un hueco y te tumbaste; y, acto seguido, me abrazaste.
Y empezaste con esos "No sé, Sara" que tanto odio. Para callarte empecé a besarte en la mejilla clandestinamente, el sonreía y controlaba mis besos para que no se escaparan. Giró lentamente la cabeza y le di un beso inocente en los labios. Y ahí fue cuando empezamos a desgarrarnos la boca. Se estaba tan bien a su lado, notando sus pulsaciones y emociones por segundo, sintiendo cada uno de sus huesos, músculos y órganos. Nunca había querido a alguien así y me sentía triste por amar al hombre equivocado; por que él la tiene a ella. Pero ella no sabe lo que tiene. En mi caso, ha sido el único y el mejor.
En el sofá, los dos comiéndonos mutuamente, jadeando a plena madrugada; puede haber más romántico, pero no me importa, por que está él, y eso es lo único que quiero. Que ha venido a las dos de la madrugada para pasar una noche conmigo, saltarse a mis padres, esconderse en un cuarto dónde lo único que hay es calor y abrigos de piel, y abrazarme.
Y de repente, magia. Nos movimos al famoso cuarto de los abrigos, donde no se veía nada de nada (cosa que hacía la situación mucho más morbosa) y nos empezamos a quitar la ropa mientras nuestras lenguas rodaban despavoridas entre ellas, y llegó el momento en el que tú me preguntaste: "¿Quieres... que lo hagamos?"
Algo dentro de mí gritó.
Sí, por favor.
...
Voló lujuria, avaricia, deseo, sexo y ropa.
Después de eso sólo recuerdo que lloré, y que dormí; con él.
3 comentarios:
Uf, me ha encantado. Sobretodo el trozo de 'Y ahí fue cuando empezamos a desgarrarnos la boca.'
Por un momento he estado yo también he estado en ese armario de abrigos de piel.
Un beso!
PD: Tienes una sopresa en mi blog :)
Y de golpe, PUM, tus sueños se hicieron realidad.
¿Dormiste abrazado a él? :)
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