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22 de agosto de 2009

El primero y el último.


Y mi cuerpo junto a él ya se estaba fundiendo, notándonos más abajo incluso del subsuelo, hundidos por nuestro calor corporal y el sofá ya se nos quedaba pequeño. Y es que, ahí sobraban las palabras (más bien no se necesitaban, pues nunca viene mal susurrar al oído un te quiero, o un ojalá esto fuera para siempre, pero aún así, era un momento perfecto.). Y ya notaba su frente transpirando por culpa de ese maldito calor veraniego de la capital y no perdí un segundo sin mirarle. Desde fuera, suena ridículo, desesperado, pero en cuanto te metes en la piel, te es inevitable cuando sabes que es el primero, y el último.


3 comentarios:

Dara dijo...

En momentos como ese las palabras siempre sobran.



miau
de
leche

Anónimo dijo...

¿Y si no fuera el último?

Keiko McCartney dijo...

Me gusta como escribes *-*
te sigo ;)

Flowers are growing all over my bones.

No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.