Prometí darle una última calada y te lo pasé. Aún recuerdo esa sonrisa, agradeciéndome que no me lo haya acabado yo sola. Mi mano, en contacto con la tuya, dejo de tiritar. Y al apartarse, volvió a morir de frío.
Llevábamos ya un rato tirados en la calle, sin ningún sitio a dónde ir. Nos importaba bastante poco la hora, y bastante poco menos las expresiones de la gente que pasaba por allí. Te miré a los ojos. Me enredaron. Caimos ambos al suelo. Nos mojamos de lluvia. Nos daba igual. Mi corazón latía fuerte. Me agarraste, noté tus yemas clavándose en mi espalda. Nuestras respiraciones presidían la noche. Nuestros besos eran los anfitriones. Yo aún vigilaba tus ojos verdes para que no se escaparan. Tú recorrías mi espalda para que no pasara frío, paraste a repostar en mis caderas, y terminaste en la recta final de mi pierna.
Perdone, ¿puede repetir? ♥
Perdone, ¿puede repetir? ♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario