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8 de febrero de 2010

¿me quieres?

Pasó su mano por la curva de mi cintura, y a continuación, me agarró. Abrí un ojo para espiar sus movimientos y averiguar lo que rondaba por su cabeza, pero sus latidos me desconcentraban. Tras varios murmullos de ruedas chocando contra el asfalto de la calle, le pregunté.


- Tú… ¿me quieres?

Un movimiento brusco apartó sus manos de mi cuerpo, y después de un par de segundos, acercó su boca a mi oído.

- Es tarde- susurró –vamos a dormir.

Dejé aquella pregunta en la mesilla de noche, y le cogí la mano. Tenía ganas de besarla, de morderla, de que hiciera lo que quisiese conmigo, que me agarrara, me sintiera… y que no desapareciese nunca. Notaba su sudor. El cruel calor del verano que apenas nos dejó dormir se apoderaba de las sábanas y del colchón.

Quería apretarle y no soltarle, para que no se escapara por la mañana. Quería decirle lo mucho que le quería, y que sin él mi vida sería un tormento. Quería decirle que le necesitaba cada minuto de mi vida, decirle lo mucho que le echo de menos en cada parpadeo, y lo feliz que estaba a su lado, amarrada a él, cual barco al puerto; sin olas, y a su lado.

Ya quería volver a saborear su lengua… en mis labios. Y quería sentir ese calorcito, y esa sensación tan agradable que cayó sobre mí hace unas horas. Volver a cerrar los ojos del vértigo, volver a pegarme al colchón, volver a desnudar mi alma ante él. Volver a ese minuto de éxtasis y sacar esa sonrisilla pícara que sólo sale cuando quiere. Quiero sentir otra vez esa emoción y esas gotas de sudor que recorren su piel agitada, y oírle gemir. Que me recorra de cuello a piernas con la lengua y saboree hasta el rincón más recóndito de mi cuerpo. Quiero oírle respirar rápido, buscándome por todas partes y acelerando los latidos. Ver su silueta por la luz de la ventana, y ver sus ojos brillar.

Demasiados pensamientos en mi cabeza. No podía aguantar más.

-Te quiero.

Y lo dije. Sabía que iba a ser la mayor estupidez de mi vida. Así que cerré los ojos, y tras escaparse una lágrima, ya no sentía su calor. Cerré fuertes los ojos y rompí a llorar cuando se oyó la puerta de la entrada cerrarse fríamente.

3 comentarios:

Claudia dijo...

Es realmente increíble.

Rebeca dijo...

Tendrias que ver la carita de pena que se me ha puesto al leer esto. Y lo cierto es que yo también lo hubiese dicho, consciente de las consecuencias.

Statler Konrad dijo...

sólo leo fragmentos, palabras sueltas, y miro la imagen de una joven mujer con el pelo azul, en mi alterada consciencia, me agrada el atisbo de tus inquietudes y me fascinan esos rasgos faciales y ese ojo en blanco y negro que parece mirarme, ¿eres tú la humana de esos dos retratos?

Flowers are growing all over my bones.

No pretendo en absoluto ser la más famosa de todo Blogger, no. Lo que intento es tener un rinconcito en la web para que amantes de la literatura y adictos al placer de escribir se tomen unos minutos para leer algún que otro relato, algún que otro párrafo y para opinar sobre mis minutos de tecleo nocturnos. La verdad, prefiero que os sinceréis conmigo criticando mis poligrafías de manera constructiva; -pues siempre se aprende más de lo que te han enseñado, reprochado y corregido-, que digáis 'está muy bien.' Por una vez, quiero que me juzguen por lo que escribo.